Publicado en Diario de Navarra el 7 de noviembre de 2006 Edurne Elío. Pamplona
Las operadoras de telefonía móvil arrastran una nueva cruz. Varios ayuntamientos navarros están tomando medidas para alejar las antenas de las viviendas, cada vez hay más vecinos que se niegan a alquilar su azotea y ahora tampoco pueden instalarse en las iglesias. Las compañías han hechos ofertas a templos de Pamplona y Castejón. Pero hace ya dos años que el Arzobispado prohibió la colocación de estas antenas en las parroquias por prudencia ante sus emisiones.
Una de las iglesias por la que las empresas de móviles tenían más devoción era San Francisco Javier. En pleno segundo ensanche y con una torre desde la que se puede ver toda Pamplona, era el lugar más idóneo para dar cobertura a sus clientes en la zona. Y una compañía lo intentó. Le llamó al párroco, José María Aicua, para negociar el alquiler de un espacio en su torre."Tuvimos varias entrevistas. Querían firmar un contrato para instalarse durante bastantes años, creo que 20 o 30", recuerda José María Aicua. "Pedimos permiso al Arzobispado y nos dijeron que no podía ser. Así que no llegamos a hablar ni de dinero, aunque supongo que habrían pagado bien. Es la torre más alta de Pamplona. Tiene 30 metros, desde allí la catedral y San Cernin quedan debajo".
Ocurrió hace dos años, la historia se ha repetido en otras iglesias de Pamplona, como la de San Miguel y de varias localidades navarras, como la parroquia de Castejón. Pero el Arzobispado ya tenía preparado un documento de cómo actuar ante estas ofertas millonarias. La respuesta debía ser no.
Precaución y estética
Según explica el secretario de la comisión económica de la prelatura, Javier Vesperinas, la decisión de prohibir la instalación de antenas de telefonía móvil en torres y tejados de iglesias se tomó tras analizar el caso de San Francisco Javier. Se vió que la colocación supondría servidumbres, ya que se debía dejar una llave del templo para que las operadoras accediesen a sus instalaciones cuando lo necesitaran. Y sobre todo, se prefirió ser precavidos ante las radiaciones de las antenas, de las que entonces se comenzaba hablar con incertidumbre. "No éramos unos técnicos, no sabíamos hasta qué punto esas emisiones pueden ocasionar perjuicios para la salud. Pero como existía la posibilidad de que así fuera, decidimos tomar la precaución de no permitir instalarlas", indica Javier Vesperinas.
Tampoco se obvió la incidencia estética de las antenas en los templos. "Nos enseñaron fotografías de algunas iglesias de otras regiones donde sí se habían colocado para que viéramos que no eran tan antiestéticas, Pero realmente no quedaban muy bien", añade
Hoy, en la iglesia de San francisco Javier, el párroco se alegra de la negativa que les dio en su día la prelatura. "Nosotras estábamos dispuestos a negociar con la compañía, menos mal que el Arzobispado nos dijo que no. Menudo follón nos habríamos encontrado con nuestros feligreses con todo lo que se dice de las ondas de estas antenas", comenta José María Aicua .
El secretario de la comisión económica del Arzobispado dice, no obstante, que la iglesia no se cierra a prestar servicios a la población, siempre que sean de su interés. "Sabemos que las antenas son necesarias para dar cobertura a los móviles. Sin embargo, en este caso, no tenemos claro que permitir su colocación contribuya al bien común", puntualiza. "En cambio, dejamos todo el sitio que quieran a las cigüeñas".