La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC. International Agency for Research on Cancer) no es tajante, pero cree que el aumento de cierto tipo de tumores cerebrales se «puede atribuir» al uso de estos teléfonos.
Publicado en el diario El Mundo el 01 de Junio de 2011
El debate lleva años sobre la mesa. Las sospechas de algunos ciudadanos, también. Hasta ahora, los estudios que habían tratado de establecer una relación entre el uso del teléfono móvil y un mayor riesgo de cáncer no habían llegado a ninguna conclusión. Pero un análisis exhaustivo de todos estos trabajos ha servido a la Agencia Internacional de la Investigación del Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para catalogar los dispositivos móviles dentro del grupo 2B, el de los agentes «posiblemente carcinógenos».
La decisión la ha tomado un equipo de 31 científicos de 14 países, que durante una semana se ha
reunido en Lyon (Francia), en un encuentro organizado por la IARC para tratar de arrojar un poco de luz sobre este asunto y evaluar el potencial cancerígeno de los campos de radiofrecuencia electromagnética que emiten los móviles.
En concreto, establecen un posible vínculo entre el uso de estos teléfonos y un mayor riesgo de glioma, un tipo de cáncer de cerebro. Para el doctor Jonathan Samet, de la Universidad del Sur de California (EEUU) y jefe del grupo científico, «la evidencia acumulada es suficiente para apoyar una
clasificación de estas ondas en el grupo 2B. Quiere decir que podría existir cierto riesgo de cáncer
por la utilización de los móviles, pero que todavía tenemos que analizar y comprender mejor esta
relación».
Efectos a largo plazo En la misma línea se expresó Christopher Wild, el director del IARC, para quien «dadas las potenciales consecuencias para la salud pública de esta clasificación, es importante que se realicen más investigaciones sobre los posibles efectos a largo plazo. Mientras tanto, convendría reducir la exposición a estos dispositivos».
Se trata de la primera decisión que toma la OMS sobre el asunto, pero parece que lejos de aclarar la
cuestión, el organismo deja casi el mismo escenario de incertidumbre que ya existía en torno a los móviles y la salud, porque insiste en que el vínculo que ha encontrado es sólo «posible» y que hay que investigar más. Ni afirma los efectos nocivos para las personas ni se atreve a desmentirlos. Sin embargo, dado que en el mundo ya hay 5.000 millones de teléfonos móviles en circulación y sus usuarios crecen cada día, los científicos han considerado apropiado hacer este anuncio para que sean los propios ciudadanos quienes decidan qué uso hacen del móvil.
La OMS tiene cuatro categorías para incluir a los agentes según el riesgo de cáncer que suponen.
El grupo 1, categórico, engloba aquellos productos que son «carcinógenos», según datos claros y confirmados. El grupo 2 se divide en 2A –los «probablemente carcinógenos», con bastantes evidencias en estudios con humanos y muchas con animales– y el 2B –«posiblemente carcinógenos»–, cuando no
hay suficiente evidencia para probar este vínculo en personas pero sí hay algunas en experimentos
con animales. Y, tras estos grupos, el listón cambia y los conjuntos 3 y 4 recogen aquellos productos
no clasificables como carcinógenos» y «no carcinógenos». Los móviles se encuentran, por tanto, en el
límite entre los agentes buenos y los malos.
Poco después de que se hiciera público el informe de la Organización Mundial de la Salud, la Asociación Española de Operadores de Telecomunicaciones (Redtel) aseguró que las compañías españolas respetan los límites de seguridad que establece la propia organización en cuanto a emisiones
relacionadas con la telefonía móvil, informa Efe. Redtel insistió en que «no hay muestras en los estudios e investigaciones» sobre los efectos de estas emisiones que indiquen que puedan ser «potenciales carcinógenas». En la nota remitida, Redtel aseguró que la Organización Mundial
de la Salud hamanifestado en varias ocasiones que «no hay evidencias» de que la actividad del
sector de la telefonía móvil sea un riesgo para la salud.
También explicó que desde el año 2002 se realiza en España un control «exhaustivo» de las emisiones
de las antenas de telefonía móvil, al tiempo que dijo que lleva años pidiendo la creación de un observatorio dependiente del Ministerio de Sanidad que certifique su seguridad.
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