30 abril 2010

Cánceres Pediátricos - Revista Española de Pediatria


Radiaciones electromagnéticas y cáncer. Conceptos básicos


J Ferrís i Tortajada J García i Castell J A López Andreu Unidad de Oncología Pediátrica. Hospital Infantil «La Fe». Valencia. **Servicio de Anatomía Patológica. Hospital de Sagunto. Valencia. ***Unidad de Neumología Pediátrica. Hospital Infantil «La Fe». Valencia.

Introducción
Todos los seres vivos estamos inmersos en campos de ondas con propiedades eléctricas y magnéticas que 
constituyen el denominado espectro electromagnético (EM) (1). Dichas ondas transmiten energía que es 
designada como radiación y que ocasiona en las células diversos efectos biológicos, tanto fisiológicos como 
patológicos (1-4). Por su importancia destacan entre estos últimos la capacidad mutagénica y cancerígena 
de algunos agentes del espectro EM. Un segmento del espectro EM conocido como radiación ionizante, 
constituye, quizás, el carcinógeno humano más extensamente estudiado (5).


Así mismo, a otra porción conocida como radiaciones ultravioletas también se la considera como agente 
carcinógeno seguro, ocasionando diversos cánceres cutáneos (6). En cambio, el segmento EM de baja 
frecuencia (EMBF) se creía que era seguro hasta 1979. En dicho año se publicó que en residencias cercanas a líneas eléctricas de alta tensión había una mayor incidencia de leucemias y tumores del sistema nervioso central entre la población infantil (7). En 1982 dos trabajos encontraron una asociación entre trabajadores de líneas eléctricas y leucemias (8, 9). Desde entonces se han realizado más de un centenar de estudios epidemiológicos (10-17) con resultados contradictorios, debido a la complejidad de diseño y al rigor en la evaluación e interpretación de los datos obtenidos. Por ello la comunidad científica ha acogido con escepticismo estos hallazgos pero entre la población hay una percepción creciente de que la exposición a ondas de baja frecuencia está asociada a un incremento de neoplasias (11). Esta creencia, está basada parcialmente en que los datos positivos gozan de mayor difusión por su matiz sensacionalista entre la prensa y revistas de información general.


Como sucede con otros agentes cancerígenos, la época pediátrica, por sus características anatómicas y 
fisiológicas, ofrece una mayor vulnerabilidad a las radiaciones del espectro EM (18-20). Muchos de los efectos aparecerán en épocas posteriores debido a que precisan largos períodos de latencia. Los pediatras deben conocer los riesgos reales y potenciales de las radiaciones EM para aconsejar a los padres y adolescentes qué medidas deben adoptar para obtener un uso más racional y seguro. La intención del presente trabajo es resumir los principales aspectos físicos, biológicos, epidemiológicos y oncológicos del espectro EM para que los pediatras tengan una visión global sin necesidad de recurrir a textos especializados.   
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Efectos biológicos

Comentaremos las radiaciones del espectro EM que ocasionan alteraciones biológicas relacionadas directa 
o indirectamente con la carcinogénesis. En base a los efectos biológicos, el espectro EM se puede dividir en dos grandes grupos: radiaciones ionizantes y no ionizantes.  
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Crecimiento y diferenciación celular (15, 41-45)

Estudios in vitro han demostrado que los campos magnéticos afectan a ciertos oncogenes, genes supresores tumorales, genes estabilizadores del ADN y productores de proteínas esenciales en la cadena biológica de señalización y transducción del sistema ADN-ARN. Muchos de ellos son elementos básicos de la regulación y control del crecimiento y diferenciación celular (eg, myc, fos, jun, protein quinasa C, etc.). Otro enzima que interviene activamente en el crecimiento celular es la ornitina decarboxilasa y su concentración se incrementa tras la exposición a esta gama de radiaciones.
También influyen en el metabolismo de algunos minerales en su forma iónica como el calcio, litio, potasio y
magnesio, elevando las concentraciones intracelulares y los canales de transporte activo y pasivo
transmembranosos. Estos iones intervienen regulando el crecimiento normal de las células. Todos los efectos biológicos de las radiaciones EM tienen en común su variabilidad y dependen principalmente de la frecuencia, densidad de flujo y tiempo de exposición.

Inmunosupresión (11, 12, 15, 46)

Las radiaciones EM pueden alterar el sistema de inmunovigilancia antitumoral predisponiendo a las células
a desarrollar un cáncer. Parece ser que las células implicadas del sistema inmune se alterarían por la disfunción de los mecanismos de señalización antigénica transmembranosa que dependen de la concentración de iones no hidratados como el calcio, litio y potasio.

Melatonina (41, 47, 48)

Se ha sugerido que las radiaciones EM pueden deprimir la producción nocturna de melatonina del corpus 
pineale. La melatonina ha evidenciado propiedades oncostáticas en animales de laboratorio. Esta hormona 
pineal ejerce una acción supresora sobre otras glándulas endocrinas. Su disminución incrementaría la liberación de prolactina, así como de los estrógenos y testosterona gonadales, aumentando el riesgo de los 
cánceres hormonadependientes. Recientemente se ha sugerido que la melatonina también actúa como 
antioxidante, proporcionando otra explicación a su efecto inhibidor del desarrollo tumoral. Estudios en 
voluntarios humanos han evidenciado una disminución de la excreción urinaria de los metabolitos de la 
melatonina después de ser expuestos a radiaciones EM (12).     
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Cánceres asociados a las radiaciones EMBF

Diversos estudios epidemiológicos con suficiente rigor científico han evidenciado un incremento de tumores 
en niños expuestos en sus residencias a dichas radiaciones y también en adultos expuestos profesional y 
domiciliariamente. En la literatura encontramos al menos ocho trabajos que aprecian un incremento de 
leucemias agudas, linfomas y tumores del Sistema Nervioso Central (SNC) en niños expuestos a radiaciones EMBF (7, 51-57) (tabla III). Otros seis trabajos encuentran una mayor incidencia de leucemias, linfomas, tumores del SNC, cáncer de mama y de útero, en adultos expuestos en sus domicilios (58-63).

Finalmente dieciséis artículos encuentran un incremento de las siguientes neoplasias en adultos expuestos 
profesionalmente: leucemias, linfomas, melanomas, tumores del SNC, cáncer de mama en varones y hembras (8, 9, 64-77). Entre los trabajos que hemos mencionado encontramos que cinco de ellos ya refieren el incremento de tumores ante flujos de densidad muy bajos (0,2 μT) (55-57, 75, 77).     
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Factores que influyen en los estudios epidemiológicos

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1. Asociación falsa o espúrea, basada en los trabajos que no encuentran un incremento de tumores. De la 
misma forma que no hay que negar esta posibilidad, es difícil afirmar rotundamente que las asociaciones 
son espúreas, debido a la existencia de los trabajos anteriormente comentados y con la suficiente consistencia científica para apoyar el incremento de neoplasias asociadas a la exposición a radiaciones EMBF.


2. Problemas en la estimación científica de la exposición. Son debidos a las múltiples variables que pueden 
alterar la medición: hora del día, época del año, luces apagadas o encendidas del lugar donde se lleva a cabo la medición, grado de humedad ambiental, presión atmosférica, posición del individuo dentro de la casa o habitación, etc. Así mismo, el registro minucioso y detallado de la densidad de flujo encarece mucho el estudio, por la gran infraestructura técnica y humana que hay que disponer. Por todas estas razones muchos investigadores han omitido la cuantificación y sólo han tenido en cuenta la distancia entre las líneas 
eléctricas de alto y medio voltaje y el lugar de residencia estudiado.     
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Comentarios finales

Ante la creciente ansiedad y expectación pública, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha considerado este tema como prioritario a investigar en el apartado de carcinogénesis ocupacional y medioambiental. Por ello la OMS ha diseñado y coordinado un ambicioso y minuciosos proyecto de investigación que se está realizando en diversos países (Inglaterra, Alemania, Hong Kong, Irlanda, Indonesia, Suecia, Canadá e Italia) (87). El estudio evalúa los efectos sobre la salud de las radiaciones EM con un rango entre 0-300 GHz con especial atención a las líneas de alto voltaje y a la telefonía móvil. Los resultados se evaluarán a mediados de la próxima década. Hasta entonces las radiaciones EMBF deben ser consideradas como agentes potencialmente carcinógenos para los humanos. Sin alarmismos debe preconizarse su uso racional para que sin renunciar a sus indudables beneficios evitemos exposiciones innecesarias guardando distancias prudentes de las instalaciones y aparatos eléctricos (10, 24, 88).

Conclusiones

1. Las radiaciones EM producen diferentes efectos biológicos en los seres vivos, dependiendo de su longitud de onda y frecuencia.

2. Las Radiaciones Ionizantes son consideradas como agentes carcinógenos seguros, asociándose a la mayoría de los cánceres humanos.

3. Las Radiaciones UV-B y UV-A también son consideradas como agentes carcinógenos seguros, asociándose a diversas neoplasias cutáneas.

4. Información científica útil sugiere que las radiaciones EMBF pueden causar cáncer en los organismos humanos, aunque es necesario disponer de trabajos más completos, detallados y exhaustivos para determinar su verdadera dimensión carcinogénica. Principalmente se han asociado a un incremento de leucemias agudas, linfomas y tumores del SNC en niños y adultos.

RESUMEN

Objetivo: divulgar entre los pediatras los efectos cancerígenos de las radiaciones electromagnéticas con 
especial atención al segmento denominado de baja frecuencia (50/60 Hz).


Métodos: revisión bibliográfica de los últimos 30 años, obtenida principalmente del Medline, IARCancer y 
Cancerlit sobre la asociación entre radiación electromagnética y cáncer. Se han seleccionado los trabajos 
más interesantes y de sus referencias se han recuperado los más relevantes de los años previos a la búsqueda.


Resultados: tres segmentos del espectro electromagnético se han relacionado a cánceres humanos: radiaciones ionizantes, ultravioletas A y B y las de baja frecuencia. Las radiaciones ionizantes se han asociado a leucemias agudas y cánceres de tiroides tras su exposición durante la primera década de vida, y a la mayoría de neoplasias en épocas posteriores. Las radiaciones ultravioletas a cánceres de piel a partir de la 4ª-5ª décadas de vida. Los estudios epidemiológicos que relacionan las radiaciones de baja frecuencia con cánceres son contradictorios. Diversos trabajos sugieren mayor incidencia de leucemias, linfomas y tumores del sistema nervioso central en niños y adultos sobreexpuestos a estas radiaciones.

Conclusiones: las radiaciones ionizantes y las ultravioletas A y B son consideradas como agentes cancerígenos seguros. Las radiaciones electromagnéticas de baja frecuencia, cautelarmente, deben se consideradas como agentes potencialmente carcinógenos hasta que dispongamos de datos más concluyentes.