08 junio 2009

Crece un 20% el número de antenas de telefonía móvil instaladas en Gipuzkoa

Publicado en Diario Vasco

Se contabilizan ya 931 torretas, 155 más que hace un año, una cuarta parte en Donostia Es el territorio que mayor aumento de colocación de repetidores ha tenido en Euskadi


BORJA OLAIZOLA / SAN SEBASTIÁN. 7 de junio de 2009

DV. Las operadoras de telefonía móvil han instalado en el plazo de un año 155 nuevas antenas para mejorar la cobertura de los servicios que prestan en Gipuzkoa. La cifra representa un crecimiento del 19,9%, tres puntos por encima de la media del incremento de todo el País Vasco (16,7%) en el mismo periodo. Las azoteas de las poblaciones del territorio acogen ya 931 repetidores de telefonía móvil, un cuarto de los cuales (245) se ubican en San Sebastián.

La creciente oposición que suscitan las antenas para dar cobertura a los móviles no frena su ritmo de colocación. Según datos facilitados por el Ministerio de Industria, Euskadi suma ya un total de 3.014 repetidores, 433 más que hace un año. El crecimiento ha sido superior en Gipuzkoa que en Vizcaya (tiene 1.578, un 15,6% más que hace un año) y que en Álava (cuenta con 505, un 14,5% más).

Buena parte de las antenas se concentran en el casco urbano de la capital donostiarra, cuyo ayuntamiento prepara una normativa de regulación específica. Denis Itxaso, el concejal encargado de Medio Ambiente hasta la última remodelación del Gobierno municipal, indica que el reglamento va a inspirarse en normas que se encuentran en vigor en localidades catalanas. «Dado que en lo que se refiere a antenas las competencias municipales son meramente urbanísticas, se va a ordenar dónde se pueden y dónde no se pueden colocar teniendo especial cuidado en áreas sensibles como hospitales o colegios», dice Itxaso.

A los detractores de las antenas de telefonía móvil les parece que el Ayuntamiento de San Sebastián debería asumir un mayor protagonismo en la regulación de los repetidores. «No nos vale con que nos digan que en determinado edificio no se puede poner una antena porque tiene valores urbanística y queda más o menos bonito, nosotros queremos que el Ayuntamiento entre de verdad en el asunto y establezca límites de potencia», dice Mikel García, de Antenarik Ez. Los miembros de este colectivo donostiarra han batallado durante la última década con la Administración y las operadoras para conseguir que se reconozcan los supuestos daños en la salud que generan los campos electromagnéticos de los repetidores. «No pedimos que las quiten porque somos conscientes de que son necesarias para los móviles, pero pensamos que es hora de que se recojan las recomendaciones del Parlamento Europeo, que fijó el año pasado la radiación máxima aconsejada en 0,1 microvatios por centímetro cuadrado cuando en Donostia el límite es de 400 microvatios», explica García.

Desde el Ayuntamiento de San Sebastián se insiste en que la distribución competencial adjudica al Ministerio de Industria todo lo que se refiere a la limitación de potencias y distancias de seguridad. «El Ayuntamiento no puede denegar una licencia por motivos de seguridad porque enseguida se nos echaría encima la operadora alegando que es una competencia del Ministerio de Industria», razona el concejal Itxaso.

El abogado eibarrés Alberto Arrate, que se ha especializado en los pleitos por las antenas de telefonía móvil, no lo tiene tan claro. «Una resolución del Supremo decía hace poco que los ayuntamientos están capacitados para regular las potencias de los repetidores siempre y cuando esa regulación no interfiera en el servicio que prestan», puntualiza. El letrado recuerda que comunidades autónomas como Castilla-La Mancha legislaron hace ya tiempo sobre los límites de potencia de las antenas de telefonía móvil en su territorio. «En Castilla-La Mancha hay un límite máximo de 10 microvatios por centímetro cuadrado que se reduce a 0,1 cuando hablamos de áreas sensibles como colegios u hospitales», explica Arrate.

El abogado eibarrés consiguió hace ya nueve años que un juez ordenase la desactivación de una antena situada en un edificio de Erandio por los supuestos daños que causaba en la salud de sus habitantes. Fue una sentencia que sentó un precedente y que este mismo mes ha sido ratificada por el Tribunal Supremo. «La antena sigue sin funcionar desde 2000», dice con cierto orgullo Arrate, que después de tantos años está convencido de que la exposición a los campos electromagnéticos es nociva para la salud. «Algo tendrá cuando hasta las propias aseguradoras de las operadoras de telefonía móvil incluyen en sus contratos una cláusula diciendo que no se hacen cargo de los daños que puedan sufrir los trabajadores por el uso de los móviles», puntualiza desde un teléfono fijo Arrate, que confiesa que hace ya unos años que dejó de utilizar el móvil.

Como el tabaco

La controversia en torno a los supuestos efectos de las radiaciones en la salud no tiene fin. A finales del mes pasado el Gobierno francés prohibió los móviles en los colegios en una nueva muestra de que las tesis que consideran nociva la exposición a los campos electromagnéticos ganan terreno en Europa. Hay quien dice que con los móviles pasará lo que ocurrió en su día con el tabaco o con los rayos X. «El tiempo demostrará que perjudican la salud aunque todavía no sepamos cómo», dicen desde Antenarik Ez. En el campo contrario se insiste en que las investigaciones no han demostrado que las radiaciones sean dañinas. «El principal riesgo que corremos con las antenas de telefonía móvil es que se nos caigan encima», dijo en su día el bioquímico Félix Goñi, Premio Euskadi de Investigación en 2002.

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