27 julio 2011

Electrohipersensibilidad (EHS) Testimonio de Persona EHS




Julio 24, 2011 El segundo problema con la prensa es que confunden a los-as lectores-as respecto a las circunstancias exactas de exposición que producen los síntomas de EHS y, por consiguiente, también respecto a las soluciones razonables que pedimos, por mucho que las expongamos. Así la gente piensa que, si no le duele la cabeza de inmediato al acercarse a otra persona que habla por el móvil o al entrar en un local con WiFi, la EHS no es su problema y no necesita preocuparse de la contaminación electromagnética. Y, naturalmente, la mayoría de la gente se queda tan tranquila pensando que tampoco tiene por qué sacrificar lo que las operadoras dicen que es su derecho divino a usar su móvil, WiFi, etc. a todas horas y en todas partes.

El mensaje es que, a pesar de que la IARC acaba de clasificar las microondas como posiblemente cancerígenas, si usted no tiene el problema ése extremo y raro de las personas EHS, puede usted seguir disfrutando de los sistemas inalámbricos a placer. Los medios de comunicación generan esa falsa confianza porque no precisan que las personas EHS sufrimos efectos por el impacto de estas radiaciones, pero, por lo general, no instantáneos ni fulminantes. Hay exposiciones muy fuertes que sí nos producen síntomas inmediatos, pero a no ser que tengamos un nivel de EHS muy avanzado (conocemos a personas que lo tienen y no pueden vivir en las ciudades), a la mayoría de las personas EHS, el que nos afecte más o menos depende de dónde y cómo sea la exposición. Si se tomaran algunas medidas para reducir la contaminación electromagnética en nuestro entorno, podríamos hacer vidas normales.

Aunque la mayoría de las emisoras de radio nos permiten explicar nuestro problema en directo y mejor, los principales periódicos y cadenas de televisión editan y montan los reportajes a su gusto y acaban caricaturizando nuestra situación. El resultado es que evitan transmitir el mensaje de que, con medidas tan sencillas como alejar las antenas de telefonía móvil de las viviendas, colegios, residencias de ancianos, parques y otros lugares sensibles, prohibir el uso del móvil en lugares públicos cerrados y en el transporte público, quitar el WiFi de lugares públicos y centros de enseñanza y trabajo y recomendar, como se hace en otros países, que no se pongan sistemas inalámbricos en las oficinas y viviendas, sobre todo en edificios de pisos -para evitar contaminar a los pisos colindantes-, las personas EHS sufriríamos menos y no nos veríamos tan marginadas de la vida social y laboral. Además, con medidas así de razonables (no muy distintas de las que se han tomado con el tabaco para evitar la contaminación pasiva), también se reduciría muchísmo la exposición a las microondas de toda la población, como recomiendan el Parlamento Europeo, el Consejo de Europa y la Agencia Europea de Medio Ambiente. Decir que un móvil nos deja tres días malos-as a los-as EHS, es simplificar demasiado. Y las medias verdades suelen resultar peores que las mentiras. Es mucho más esclarecedor especificar que el problema de la radiación de un móvil, por ejemplo, depende de la potencia con que tenga que emitir, de la distancia a que nos impacte y de la duración de la radiación. Es fundamental que la gente sepa que el móvil, cuando se usa en un vehículo en marcha o en recintos bastantes cerrados o metálicos, emite tanto como una antena de telefonía de ésas de los tejados que nadie quiere tener cerca. El vehículo o recinto cerrado se convierte en un horno de microondas, peligroso para todas las personas que estén dentro; y de impacto discapacitante para las personas EHS.

Las personas EHS notamos distintos efectos nocivos (dolor de cabeza, picor y dolor en los ojos, taquicardia, vértigo, insomnio, quemazón en la piel y mucosas, sed intensa, cansancio profundo, adormecimiento de extremidades o de partes de la cara, silbidos y dolor de oídos, dolores en músculos y articulaciones, etc.) prácticamente de inmediato sólo cuando la radiación es muy fuerte o tenemos un nivel bastante avanzado de EHS.

En caso de radiación menos fuerte, los síntomas empiezan tras exposiciones que van de tan sólo quince minutos a horas, según el nivel de EHS de cada persona. Como mínimo, todas las personas EHS notamos los síntomas de una exposición prolongada o fuerte, sobre todo el inconfundible insomnio, al de varias horas de exposición o esa misma noche. Según la persona y la potencia y duración de la exposición los síntomas perduran varios días y noches. Pero, si la exposicíón no cesa pueden hacerse crónicos.

Lo fundamental que habría que decir en los medios de comunicación es que una radiación fuerte o continuada en el tiempo es muy peligrosa también para todas las personas, aunque no tengan síntomas de EHS. Aparte de las personas EHS, son especialmente vulnerables a las radiaciones de microondas las embarazadas, los-as niños-as, los-as adolescentes y las personas mayores o con determinadas enfermedades.

La fuerza con que nos impacta la radiación electromagnética depende de la distancia a que esté la fuente de emisión (móvil, WiFi, antena de telefonía, teléfono inalámbrico, torre de alta tensión, transformador, etc), de la potencia con que emita ese aparato y de si el lugar es más o menos cerrado, metálico o en movimiento. También hay que recordar que los efectos son acumulativos: el móvil de otra persona en el ascensor, los muchos móviles en el metro, las radiaciones de las antenas, el WiFi del bar o la biblioteca, el teléfono inalámbrico de los vecinos-as, etc. se suman a lo largo del día, día tras día, y van desgastando nuestras defensas. 

La radiación fuerte, o no tan fuerte pero repetida y continuada en el tiempo, acaba produciendo síntomas de EHS, a mediano o largo plazo para la mayoría de la población, y en cuestión de horas para las personas ya sensibilizadas con EHS. Y lo que nunca se dice en los medios de comunicación, por más que los-as EHS entrevistados-as lo repitamos hasta la saciedad, es que somos el proverbial canario en la mina que alerta del peligro general. El porcentaje de personas EHS en la U.E. es de media ya el 9%. Y vamos hacia el 50% para el 2017, según estudios científicos. La prensa no quiere alertar a la población de que al usar aparatos inalámbricos (móvil, teléfono inalámbrico DECT, WiFi, etc.) se exponen a contraer EHS o cosas peores como tumores cerebrales, leucemias y otros cánceres, ataques al corazón, cataratas y tumores del iris, infertilidad, etc. etc. Decir todas estas cosas sería malo para la industria inalámbrica; y la prensa no quiere enemistarse con clientes tan poderosos.

Entevista a Irune Ruiz en el Correo.com

La radiación de un móvil me deja tres días mala

Sensible a los campos electromagnéticos, Irune Ruiz vive pegada a un medidor de ondas para saber por dónde puede ir y evitar los lugares que le enferman  
María José Carrero

«Recuerda desconectar el móvil antes de entrar». Cada vez que Irune Ruiz Zamacona queda con alguien repite esta frase a modo de latiguillo. ¿Será una maniática? Esto es lo primero que tiende a pensar el interlocutor. La respuesta es negativa. Lo que le pasa a Irune es que padece de electrohipersensibilidad (EHS), es decir, su organismo sufre cuando está cerca de un campo eléctrico o electromagnético; y cuanto más se expone, más sufre; y cuantas más veces, menor es la resistencia a las ondas. «La radiación de un móvil o del Wi-Fi me deja tres días mala», asegura.
- ¿Qué nota?
- Cuando me expongo, me tiro tres noches sin dormir, con un continuo dolor de cabeza, en los ojos es como si tuviera arenillas, se me seca la garganta.
Estos son algunos de los síntomas que dificultan la vida diaria de Irune. Aún no ha llegado al extremo de tenerse que cubrir con una especie de burka confeccionado con hilos de aluminio para moverse por la calle. De momento, se vale del medidor de intensidad de campo electromagnético, con el fin de detectar posibles contaminaciones en su entorno. «En Basauri, ya sé más o menor por dónde tengo que moverme... pero, claro, ni se me ocurre coger el metro. Todo el mundo va con el móvil. Debería estar prohibido en los espacios públicos, como el tabaco».
Irune Ruiz con el medidor de intensidad
La Organización Mundial de la Salud (OMS) no admite la EHS como una enfermedad, aunque países como Suecia así la consideran. En España, tampoco se reconoce como dolencia. Esto, sin embargo, no ha impedido a un juzgado de Madrid declarar la incapacidad permanente y absoluta para una trabajadora por ser hipersensible a los móviles. El juez considera que esta dolencia incapacita a la mujer -con diagnóstico previo de fatiga crónica y fibromialgia- para seguir desarrollando su labor como auxiliar de servicios en la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense «con un adecuado nivel de profesionalidad y rendimiento».
Irune tiene referencias de este caso, por lo que no le extraña la resolución judicial. Cree que esta sentencia puede contribuir a que, de una vez, «se empiece a relacionar todo». Con «todo» quiere decir el conjunto de enfermedades englobadas bajo la definición de 'síndrome de sensibilidad central', que es una percha de la que cuelga la fibromialgia, la fatiga crónica, la sensibilidad química múltiple (SQM) y la electrohipersensibilidad (EHS).
Miembro de la Coordinadora Vasca de Afectados por los Campos Electromagnéticos (Ekeuko-Covace), su propia experiencia le ha llevado al convencimiento de que la electropolución es el origen de todos los males que arrastra desde un ya lejano 1987. Hace veinticuatro años, esta vecina de Basauri vivía en Nueva York, donde preparaba una tesis doctoral y trabajaba de traductora para la ONU. De pronto, empezó a sentirse mal. «Estaba muy cansada, tenía un agotamiento extremo, me costaba hasta levantar el brazo. Fui al centro de salud de la Universidad de Columbia y me diagnosticaron mononucleosis. Dos años después, seguía sin curarme. Iba por la vida a rastras. Estaba a tope de alergias y cogía todo tipo de infecciones».
«Problemas de sueño»
A estos achaques se fueron sumando, «pinchazos en el cerebro y problemas de sueño. Así iba tirando como podía». En 2004, Irune volvió a instalarse en Basauri y entró en contacto con el grupo Sagarrak Ekologista Martxan. Es entonces cuando empezó a oír a hablar del riesgo para la salud de las antenas de telefonía. «Entonces caí en la cuenta de que había vivido durante diez años cerca de una torre de telecomunicaciones». Como todo el mundo por esas fechas, esta mujer se hizo con un móvil. Ponerse el celular en la oreja y notar un pinchazo fue todo uno. «Era como si me metieran un alambre por un oído, así que empecé a utilizarlo solo con el altavoz y para mandar mensajes. Pero cada vez era peor, así que dejé de usarlo».
Ella no tiene móvil, pero casi el 100% de la población sí. Ahí están y son emisores y receptores de ondas. Es lo que se llama la contaminación electromagnética que proporcionan los celulares, los teléfonos inalámbricos, las redes Wi-Fi, los hornos microondas, las antenas de telefonía y las de radio o las cámaras y micrófonos espía. Debido a esta proliferación de fuentes de radiaciones, Irune no se separa de su medidor de intensidad de campo electromagnético.
- ¿Y nunca viaja?
- No en transporte público. Y para las vacaciones, cada vez me cuesta más conseguir un hotel. Ahora en cualquier sitio te dicen 'tenemos Wi-Fi' como si fuera una cosa grande... Pero a mí no me deja pegar ojo en toda la noche».
Irune Ruiz trabaja para Sagarrak Ekologista Martxan. Gran parte de su trabajo lo hace desde casa, con el teléfono de siempre. No quiere ondas en su vida. «Hay gente que no nos cree, que piensa que es algo psicológico. En otros sitios ya se admite que es una enfermedad, que es el mal de la ondas».

13 julio 2011

Un juez reconoce la incapacidad de una trabajadora por síndrome de hipersensibilidad a los móviles

Un juzgado madrileño ha reconocido la incapacidad permanente de una trabajadora que padece hipersensibilidad electromagnética y que, en adelante, tiene derecho a percibir una pensión. La pionera sentencia conquistada por Minerva Palomar, una infatigable activista que colabora con la FRAVM, pone de manifiesto la necesidad de modificar la legislación española que regula la protección ante la contaminación electromagnética.

La comisión de Antenas de Telefonía Móvil de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) está de enhorabuena: el Juzgado de lo Social número 24 de Madrid ha declarado la incapacidad permanente y absoluta de una trabajadora de la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense de Madrid que padece hipersensibilidad electromagnética y ambiental por exposición a las ondas emitidas por teléfonos móviles y redes WiFi y que colabora con la comisión.

La resolución dictada por el juez sustituto Juan Manuel Carrillo Sanz, reconoce que las dolencias sufridas por Minerva Palomar, que le fueron diagnosticadas el pasado año, la incapacitan para realizar su labor profesional en la universidad y reconoce su derecho a recibir una pensión equivalente al cien por cien de la base reguladora de su sueldo.

La pionera sentencia se basa en un informe emitido por el equipo de valoración de incapacidades, que le diagnosticó síndrome de fatiga crónica, enfermedad celíaca, fibromialgia y síndrome de hipersensibilidad electromagnética y ambiental. Pese a ello, los médicos no propusieron a la Dirección Provincial del Instituto Nacional de la Seguridad Social en Madrid su incapacidad permanente, al considerar que la paciente no presentaba reducciones anatómicas o funcionales que disminuyeran o anularan su capacidad laboral.

Palomar recurrió a la Justicia, y tras un juicio celebrado el pasado 23 de mayo, el juez le ha dado la razón al considerar que "la clínica probada es de entidad suficiente" para impedirle el desempeño de sus tareas habituales como auxiliar de servicio "con adecuado nivel de profesionalidad y rendimiento".

La comisión de Antenas de Telefonía Móvil de la FRAVM, celebra la sentencia y espera, en palabras de Palomar, que “el Gobierno de Rodríguez Zapatero tome nota de las recomendaciones dictadas por el Consejo de Europa por las que insta a los gobiernos europeos a que tomen todas las medidas razonables para reducir la exposición a campos electromagnéticos, especialmente a las radiofrecuencias emitidas por los teléfonos móviles, y en particular la exposición de los niños y jóvenes, para quienes el riesgo de tumores en la cabeza parece mayory a prestar especial atención a las personas electrosensibles". Palomar insiste en que el Gobierno “no puede seguir haciendo oídos sordos a organismos supranacionales como el Consejo o la propia Organización Mundial de la Salud, que ha clasificado las radiofrecuencias como carcinógeno tipo 2 B” y subraya que “ha llegado el momento de que incluyan la Sensibilidad Química Múltiple (SQM) y la Electrohipersensibilidad (EHS) en la Clasificación Internacional de Enfermedades”, una reclamación que ya hicieron llegar al Ejecutivo más de 200 profesionales de la salud y más de 240 ONG, fundaciones y asociaciones de damnificados.

Según la Asociación de Afectados por los Síndromes de Sensibilidad Química Múltiple, Fatiga Crónica, Fibromialgia y para la Defensa de la Salud Ambiental (ASQUIFYDE) “los efectos que sobre la salud tienen los químicos y las radiaciones electromagnéticas a dosis muy bajas, pero acumulativas e interaccionando entre sí, han acabado por generar una masa de enfermos crónicos, incapacitados para realizar una vida normal, de entre un 1 y un 5% de la población” que se encuentran en una “situación de desprotección sanitaria, social, familiar, judicial y económica (...) inaceptable” toda vez que “la no inclusión de estas enfermedades en la CIE impide a estas personas obtener diagnósticos correctos y que sus tratamientos sean cubiertos, al menos en parte, por la Administración pública”.

12 julio 2011

Campos electromagnéticos y posibles efectos cancerígenos


María Jesús Azanza (*) / Agustín del Moral (**).- 

 La reciente publicación de la Resolución de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de 31 de Mayo de 2011 que, siguiendo las recomendaciones de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IACR), incluyó las radiaciones electromagnéticas (REM en adelante) en el rango de las radiofrecuencias (RF en adelante) no-ionizantes, dentro del grupo 2B: “Substancias o agentes posiblemente cancerígenos” ha despertado en los medios (periódicos y radio fundamentalmente) un cúmulo de variados artículos y/o comunicados referidos únicamente a la “telefonía móvil” (TM en adelante). En términos generales son adversos al comunicado de la OMS y han sido realizados, en su mayoría, por autores no científicos y desconocedores, por tanto, de la evidencia y método científicos.

Como científicos investigadores de los efectos biológicos de los campos electromagnéticos (CEM en adelante), debe quedar bien claro que lo que abajo escribimos tenga como objetivo un “ataque” a la radiotelefonía (por supuesto, inalámbrica) a la que nada crematístico o ideológico nos liga, y en la que reconocemos sus indudables efectos sociales positivos. Lo que queremos es exponer evidencias científicas (dentro del limitado espacio de un artículo de divulgación) para un correcto y no dañino uso de la misma, de lo que en un futuro no muy lejano (diez años) podríamos lamentarnos. Nuestra opinión es por tanto clara: queremos cautamente manifestar nuestro acuerdo con dicha resolución de la OMS de incluir los CEM de RF dentro del Grupo 2B de substancias o agentes posiblemente cancerígenos en humanos, en base al principio de precaución (www.who.int/emf).

Las razones que a continuación exponemos, están soportadas por cerca de 25 años de investigación sobre: “Posibles efectos biológicos de los campos magnéticos estáticos y alternos, de baja (0.1-100 Hz) y alta frecuencia (9.6 GHz y 13.6 GHz) en neuronas y astrocitos humanos, normales y de astrocitoma” que llevamos realizando en el Laboratorio de Magnetobiología de la Universidad de Zaragoza.
Como presentación decir que la Prof. Dra. Azanza formó parte del primer Grupo de Expertos Independientes en CEM y Salud que la Subdirección General de Sanidad Ambiental y Salud Laboral estableció en el año 2001. Con los estudios recogidos y teniendo en cuenta las disposiciones del Real Decreto 1066/2001, en el año 2002 el Ministerio de Sanidad publicó un Informe Técnico (web. del Ministerio de Sanidad, sección Libros: Campos Electromagnéticos y Salud Pública, 2002). En dicho informe se cita un acuerdo de la OMS por el cual, y siguiendo el consejo de la IARC de Junio de 2001, se habían incorporado en el Grupo 2B los CEM de frecuencia extremadamente baja (ELF en adelante). 

Como se describe en la resolución: ante la evidencia epidemiológica que sugiere que en una población expuesta a los campos magnéticos, de baja frecuencia, de intensidad promediada, por encima de 0.4 microTeslas, el doble de niños podrían desarrollar leucemia comparado con una población con exposiciones más bajas. Es decir, no es la primera vez que la OMS se define en relación con la exposición a CEM como posible fuente de carcinogénesis.
En el mismo Informe Técnico del Ministerio de Sanidad, se dice que los CEM no se consideran iniciadores de cáncer pero sí podrían actuar como copromotores. Según esto, los CEM no serían capaces de iniciar un proceso canceroso pero, una vez producida una transformación cancerosa en una célula, por cualquiera de las vías posibles, los CEM podrían potenciar dicho efecto (copromotores). Es decir, aunque de forma tibia, ya se asociaba CEM con carcinogénesis.

La capacidad de iniciar un proceso canceroso se ha demostrado ampliamente en el conocido Proyecto REFLEX (ver comunicado resumen del Dr. F. Adlkofer en Google) en el que participaron 12 países europeos con el fin de comprobar si los resultados obtenidos podían ser replicados simultáneamente por varios grupos de investigación. Los resultados mostraron que los CEM relacionados con los TM, tanto de baja (GSM: 8 y 217 Hz; DTX: 2, 8 y 217 Hz) como de alta frecuencia (GSM: 1.8 GHz), producen efectos genotóxicos (daño en el ADN) (ver F. Adlkofer, Bioelectromagnetics, pp. 331-354, Eds. S. N. Ayrapetyan y M.S. Markov, 2006, Springer-Verlag, Berlin).
La capacidad de potenciar un proceso canceroso ya iniciado, es decir, actuar como agentes copromotores de cáncer, la hemos demostrado recientemente en nuestro Laboratorio de Magnetobiología. Los gliomas que se citan en el comunicado de la OMS, son tumores cerebrales producidos por células de glia. 

Entre ellas, los astrocitos son responsables de más del 90% de los gliomas. En nuestros experimentos se expusieron astrocitos de astrocitoma humano en cultivo a estrechos pulsos de RF en el rango de los utilizados en radares de banda X (9.6 GHz), en condiciones de potencia (0,6 mW) que no produjeran calentamiento de las muestras (efecto subtérmico). La alta frecuencia portadora de 9,6 GHz, estaba modulada en amplitud por señal de ELF, esto es, como las que portan las ondas EM de radiodifusión, TV y telefonía móvil inalámbrica.
La exposición durante 24 h condujo a un aumento altamente significativo de la proliferación celular por incremento de las denominadas proteínas antiapoptóticas (C.Pérez-Castejón, R. N. Pérez-Bruzón, M.Llorente, N.Pes, C.Lacasa, T.Figols, M.Lahoz, C.Maestú, A. Vera, A.del Moral and M.J. Azanza. Histology and Histopatholog, vol.24, 1551-1561, 2009). Es decir, los CEM pueden potenciar el efecto de carcinogénesis, ya establecido previamente, actuando por otras vías que no son, necesariamente, el daño directo en el ADN (genotóxico).
Ha llamado mucho la atención que, en el grupo 2B, esté también incluido el café como posible carcinógeno. Es bien conocido que el principio activo del café es la cafeína. La cafeína es una molécula que, dentro de las células, interacciona en los receptores rianodina de la superficie del retículo endoplasmático liso, almacén de iones calcio (Ca++). Como consecuencia se liberan iones Ca++ en el citoplasma celular. Los iones Ca++ actuando como segundos mensajeros (los primeros mensajeros son, por ejemplo, las hormonas y los neurotransmisores), son capaces de activar una serie de procesos clave para el funcionamiento de un elevado número de células diferentes (ver la reputada mundialmente Biología Molecular de la Célula, B. Alberts y otros, Ed.Omega).

Los efectos inducidos dependen de la especialización de cada célula. Por poner algunos ejemplos: a) inician la contracción muscular; b) activan la división celular aumentando la proliferación celular; c) interfieren en los mecanismos de apoptosis (muerte celular programada genéticamente), caso de nuestros experimentos con células de astrocitomas humanos; d) las concentraciones muy elevadas de iones Ca++ producen la citotoxicidad por calcio, causa de la muerte celular asociada, por ejemplo a un ictus producido por isquemia; e) regulan la incorporación de substancias y la secreción, por ejemplo, de hormonas y neurotransmisores.
Pues bien, en nuestros experimentos realizados en neuronas individuales animales expuestas a CM estáticos y alternos (desde ELF hasta frecuencias de microondas de 13.6 GHz (potencia de 5mW y condiciones subtérmicas) hemos demostrado que la cafeína mimetiza, es decir, produce el mismo efecto que los producidos por los CEM aplicados: estimulación o inhibición de la actividad bioeléctrica de las neuronas (M. J. Azanza, Brain Research, vol. 48:195-198,1989; M. J. Azanza and A. del Moral, Prog. Neurobiol. Vol.44:517-601,1994, artículo de revisión). Es de señalar que nuestros trabajos están recogidos y han sido destacados en el documento publicado por la OMS en 2004: Criterios para la salud medioambiental: campos magnéticos estáticos (web. de la OMS). 
Es significativo, por tanto, destacar el craso error de decir, como algún medio ha publicado, que las ondas de TM “no pueden atravesar las membranas celulares”, cuando éstas están formadas por material dieléctrico (fosfolípidos, proteínas y colesterol), completamente transparente a la radiación EM (salvo débiles reflexión y absorción). Un modelo teórico desarrollado por nosotros explica la liberación de iones Ca++ como consecuencia de la interacción del CM/CEM con las membranas celulares (A. del Moral and M. J. Azanza, J.Magn.Magn.Mat. vol.114:240-242,1992).

La liberación de Ca++ es sutil, siendo debida al campo magnético de ELF que modula la RF, dado que la membrana actúa como un dispositivo demodulador o detector, similar a como lo hacen los dispositivos electrónicos de que van provistos los receptores de radio, TV y telefonía móvil, sólo que en las células lo hacen las moléculas de la membrana (fosfolípidos) mediante un complejo mecanismo que hemos dominado superdiamagnetismo y repulsión eléctrica del Ca++ (a ambos lados de la membrana) y difusión de los iones Ca++ dentro de la célula, en remarcable buen acuerdo con los datos experimentales (A. del Moral, conferencia oral en el Congreso EuMW2008 sobre miccroondas, Ámsterdam, 2008; M. J. Azanza, A. del Moral and R. N. Pérez-Bruzón. en: Advanced Microwave and Millimeter Wave Technologies, InTech, Ed. M. Mukherjee, pp.589-626,2010, Croacia).

Es correcto afirmar que los estudios epidemiológicos son escasos. En el caso del tabaquismo se dispone de dos poblaciones claramente definidas: fumadores y no fumadores. Y, en estos últimos, se puede contar el número de cigarrillos/cajetillas que se consumen diariamente. Además, tenemos un órgano diana para su estudio: el sistema respiratorio. De hecho, en EEUU, la relación entre consumo de tabaco y cáncer de pulmón ya era evidente en 1950 ¿Cuándo fue reconocido por las autoridades sanitarias? En el caso de los posibles efectos cancerígenos de los CEM de RF ambientales es muy complejo cuantificar la exposición (frecuencia, intensidad), el tiempo de exposición (dosis) y definir un posible órgano diana.

En la TM, si se manejan el manos-libres o los auriculares, es más difícil establecer una posible correlación que si se mantiene el TM pegado al oído. En términos generales, la mayoría de los usuarios tampoco podríamos definir con gran exactitud el tiempo al día que usamos el móvil. Es decir, los estudios epidemiológicos son difíciles de realizar (ver Proyecto Interphone en Google). Indicaremos que para el uso correcto del TM pueden consultar en la web, de la Sociedad Española de Protección Radiológica dos documentos de interés: Recomendaciones para el uso del móvil y Preguntas y respuestas más frecuentes sobre la telefonía móvil. 

Es correcto afirmar que no se ha demostrado una relación causal. La relación causal, i.e. causa – efecto, en sentido estricto, solo la podemos establecer a nivel de biología molecular. En el caso de riesgo de cáncer por la extensión de la telefonía móvil, exposición de la población a las antenas emisoras por ejemplo, salvo en casos muy concretos y reconocidos, es muy difícil establecerla, de momento, en humanos. En el caso del uso del teléfono los estudios del Dr. L. Hardell (ver en Google), sí han demostrado una clara relación causal. Inicialmente la estableció este investigador para los teléfonos inalámbricos, al encontrar una incidencia de tumor benigno del nervio acústico, neuroma, en el lado derecho o en el izquierdo dependiendo del oído sobre el que se apoyaba el teléfono. Posteriormente, tal correlación la está extendiendo al TM a medida que, con los años, a partir de la década de 1990, se ha incrementado su uso. 
Incluso en el Proyecto Interphone, se indica evidencia limitada de carcinogénesis en humanos, pero suficiente en animales de experimentación, que ha llamado la atención en muchos lectores de la resolución de la OMS. Esta es la realidad, la evidencia científica, todo lo demás son un conjunto de apreciaciones infundadas científicamente, lo que consideramos que no es serio. 

Nuestros resultados experimentales y modelos biofísicos teóricos (en los que continuamos investigando dentro del Proyecto Europeo: Efectos biológicos de las radiofrecuencias, ERG 101.013, con la participación de seis países: Gran Bretaña, Suecia, Holanda, Bélgica, Italia y España, desde 2006) en células de astrocitoma humano en cultivo (in vitro), ya citado antes, no los podemos extrapolar a humanos. Irradiamos una monocapa de células que están creciendo en cultivo, fuera del cuerpo, que no disponen de las numerosas vías de regulación intercelular y mecanismos de defensa cuyo máximo exponente es el sistema inmunitario. 

No obstante, los experimentos con células en cultivo nos permiten establecer una relación directa causa-efecto entre exposición y crecimiento tumoral y explicar las alteraciones observadas a nivel molecular. El valor de la experimentación sea en animales o en células en cultivo es el de proporcionar la evidencia de un hecho que es posible que ocurra a nivel de humanos si se dan ciertas condiciones bien controladas. Conviene destacar que los CEM que hemos utilizado en los citados experimentos, se hicieron con una potencia de radiación de 0,6 miliwatios (mW), comparada por ejemplo, con la potencia (media) emitida por un teléfono móvil, entre 100 y 500 mW (Google). 
En relación con lo expuesto de que no se cuantifica el riesgo, comentar lo siguiente. En el Documento original: WHO, Press Release Nº 208, 31 de Mayo, en la página 2 se dice: El grupo de trabajo (se refiere al estudio Interphone) no cuantificó el riesgo; sin embargo, un estudio previo, sobre el uso del TM, hasta el año 2004, mostró un 40% de incremento del riesgo de desarrollar un glioma, en la categoría de los mayores usuarios del TM.
En media: uso diario del TM de 30 minutos durante un periodo de 10 años. Téngase en cuenta que un glioma en humanos tarda en desarrollarse entre 15 y 30 años y la generalización del uso del TM en la población es un hecho de los últimos 15 años (en el mundo hay prácticamente un TM por habitante: 5.000 millones, en términos globales, web. OMS). 

Nuestra sociedad tecnológicamente avanzada no puede, desde luego, mantenerse sin el uso de los CEM. Por poner algunos ejemplos sencillos: las telecomunicaciones, radio y TV; los sistemas de control del espacio aéreo; los radares de localización y orientación, ¿se imaginan la navegación aérea y marítima sin radares?; los conocidos inhibidores de CEM frente a acciones hostiles contra la población; sistemas de control a distancia, etc. etc., etc.
Destacar que en Rusia y EEUU ya se establecieron en la década de 1970, criterios de exposición para los trabajadores con radiaciones de microondas. Por todo ello, debemos conocer científicamente los efectos de los abundantes CEM (frecuencia, potencia, SAR y dosis recibida) para conseguir que la población viva en condiciones de seguridad, no solo para la salud, sino también para mantener nuestro medio ambiente. Para ello se necesita hacer más investigación, petición unánime en los artículos consultados, con apoyo de los adecuados recursos económicos públicos (Gobiernos y Autonomías) o privados. Este no es el caso de este campo de investigación, no incluido en las Áreas Nacionales Prioritarias de Investigación españolas y para el cual las dotaciones autonómicas son realmente exiguas.

Queremos resaltar por último que la OMS está aplicando el Principio de Precaución. Este principio se aplica cuando una evaluación científica objetiva indica que hay motivos razonables de preocupación por los potenciales efectos peligrosos sobre la salud o el medio ambiente, a pesar de los niveles de protección adoptados (leyes), que deben ser modificados frente a las evidencias científicas encontradas por los investigadores, las cuales evolucionan continuamente ¡Recordemos el tabaco, de uso y hábito social muy extendido hace apenas unas pocas decenas de años y ahora contraindicado por las autoridades sanitarias con el “puede matar” en las cajetillas!

(*) Prof. Dra. Mª Jesús Azanza,
Catedrática de Biología Celular y Magnetobiología,
Laboratorio de Magnetobiología,
Facultad de Medicina, Universidad de Zaragoza
Centro de Tecnología Biomédica (Universidad Politécnica de Madrid).

(**) Prof. Dr. Agustín del Moral, FInsP (Londres).
Catedrático de Física de Materia Condensada,
Director del Laboratorio de Magnetismo y de Campos Magnéticos Intensos,
Departamento de Física de Materia Condensada y CSIC (ICMA).
Universidad de Zaragoza
(Premio Español de Magnetismo “Salvador Velayos”, 2008).