Publicado en Noticias de Navarra el 22 de Abril de 2010
Por Juan del Barrio, Miembro de Lurra
Cada 22 de este mes se celebra a nivel internacional el Día de la Tierra. No es una festividad regulada por ningún organismo o institución. Como tenemos poco que celebrar, lo más acertado será hacer en este día una reflexión colectiva de responsabilidad y un llamamiento a la conciencia de todos los habitantes.
La crisis ambiental que sufre el planeta, la mayor de las crisis actuales queramos reconocerlo o no, se evidencia día a día con nuevos episodios. No sólo lo decimos los ecologistas, sino también la comunidad científica internacional, pensadores, ciudadanos e incluso (cosa extraña) algunos representantes políticos.
Recordemos la lista de problemas y catástrofes ambientales que soporta nuestro planeta: reducción de la capa de ozono. Lluvia ácida causada por el dióxido de azufre de las industrias, afectando la composición del suelo y las aguas. Basura acumulándose en todos los espacios del planeta. Contaminación sonora afectando a millones de personas. Contaminación de los suelos por toneladas de plaguicidas, residuos tóxicos y desechos petroleros y mineros. La expansión de los transgénicos de forma descontrolada. Contaminación atmosférica por millones de vehículos que aportan día a día toneladas de gases que deterioran la calidad del aire y lo hacen menos respirable. Contaminación de las aguas por un uso inadecuado de los desechos, plaguicidas y fertilizantes. Explosión demográfica; ya somos 6.830.000 millones de personas y seguimos creciendo. Deforestación, cerca de 170.000 km2 de bosques desaparecen anualmente. Extinción de especies, alrededor del 15% de las aves y del 25% de los mamíferos del planeta se encuentran amenazados. Desertificación, buena parte del planeta comienza a transformarse en desiertos con el subsiguiente agotamiento de los recursos. Y lo más importante, el cambio climático debido sobre todo a nuestra forma de vida.
Algunos gobiernos son conscientes del drama que se avecina y acuerdan actuaciones a nivel mundial a través de convenios, protocolos y otras declaraciones que pocas veces se cumplen. La práctica del Gobierno español camina en la dirección contraria, no hay más que observar el Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte, verdadero ataque al medio ambiente. En Navarra, desgraciadamente, el tema ambiental no es prioritario en absoluto, más bien al contrario. No tenemos más que ver el que todavía no se han puesto en marcha ni las 23 medidas contra el cambio climático votadas en el Parlamento hace un año, ni tampoco leyes concretas para su desarrollo. A nivel local, el Ayuntamiento de Iruñea ha talado en la ciudad desde que gobierna UPN alrededor de 10.000 árboles, y a los que planta les harán falta de 20 a 50 años para que cumplan la función que hacían los eliminados (recordemos las recientes talas en los taludes y riberas del Arga). Sintomático es el que en el último Pleno municipal no pasó a debate la enmienda manifiesto Por el Arbolado de la ciudad que desde Lurra y Gurelur enviamos a todos los grupos municipales. Solamente ANV y NaBai la apoyaron.
La gestión ambiental en todos los niveles se caracteriza por ineficientes políticas, presupuestos tacaños, legislaciones que no se cumplen, acceso limitado y restringido a la información ambiental pública, personal escaso y a veces no cualificado en posiciones de dirección relacionados con el medio ambiente, abundancia de gobernantes prevaricadores y un sinfín de faltas e irregularidades de todas las administraciones que imposibilitan cada vez más alcanzar el tan anhelado equilibrio entre los recursos naturales y el desarrollo social.
En Navarra los problemas ambientales principales los tenemos con el TAV, una obra injustificada que nos hipoteca a nivel ambiental, social, económico y democrático. Después están las peligrosas térmicas de Castejón, el intento de incinerar residuos en la cementera de Olazti y también en otros puntos de nuestra comunidad, la red de alta tensión, de gran impacto ambiental y social, el intento de cantera a cielo abierto de Magna en el LIC monte Alduide, el aumento de los cultivos transgénicos, las presas de Sarria, el continuo desarrollo descontrolado de la telefonía móvil y los peligrosos sistema wifi y wimax, las talas masivas de arbolado en concentraciones parcelarias y para el Canal de Navarra (del 2004 al 2010, 20.589 olivos fueron talados solamente en el término de Ablitas), el incremento del suelo urbanizado como consecuencia de la expansión urbana, polígonos industriales e infraestructuras viarias que los unen, que se ha multiplicado nada menos que por seis en 50 años, el binomio Itoitz-Canal de Navarra, el polígono de tiro de las Bardenas en un parque natural protegido, pero, sobre todo, siguen descontroladas las emisiones de CO2 causantes del calentamiento global.
Y como de nuestros gobiernos podemos esperar muy poco, es necesario unir esfuerzos a nivel local, estatal y mundial a través de la cooperación y coordinación de acciones, de la participación ciudadana para crear y desarrollar alternativas y soluciones que nos permitan prevenir y minimizar los diferentes impactos negativos producto de esta sociedad desarrollista, en la dirección necesaria para mantener la vida en el planeta para nosotros y nuestros descendientes.
Por último, es fundamental un cambio en el imaginario social colectivo, en la creencia actual de que crecimiento y desarrollo equivalen a algo positivo para la sociedad, cuando la realidad nos dice que nos lleva a estrellarnos cual locomotora descontrolada que se dirige cuesta abajo sin frenos.
Descargar en PDF
Ver Original